Treinta y tres escalones tiene la casa de la abuela hasta la planta tercera. Once más hasta el desván. Diez años hace que dejamos de veranear en el pueblo, desde que compramos el apartamento a pie de playa en Almería. Quince años tenía entonces, ahora veinticinco. Trece los besos contados, a escondidas, despedida fugaz de amores y calores. Recuerdo de un verano en flor, de un amor olvidado solo a medias.
Quinientos kilómetros de autovía. La abuela ya no está, la casa sí. Cinco los años que hace que nos dejó. Cero las cosas que han cambiado en el pueblo. Miles los pinos de esta sierra, asombrosamente hermosa de Jaén. Doscientos habitantes más cuatro que llegamos hoy, menos una que ya se fue para siempre.
Dos días tardo en darme cuenta que él no está, marchó en busca de aventuras y trabajo. Tres punzadas en la barriga al saber que no lo veré. Cientos los recuerdos, los lugares donde nos besamos. Quince los años que no volverán. Un día para darme cuenta de que ya no será igual. Dos para encontrarme en lo sencillo. Millones de segundos sin esperar nada, sin hacer nada más que lo que deseo, que es nada. Un atípico verano.
De uno a diez: 8
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Muy buena nota, no creo que merezca tanto. Saludos y gracias por comentar!!!
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Una historia muy tierna llena de sentimiento. ¡Cuántos recuerdos nos traen esas casas en las que vivimos momentos entrañables! Una lástima que nada es para siempre.
Yo también participo en el concurso de Zenda, pero con un estilo un tanto distinto. Suerte.
https://elpedrete2.blogspot.com/2020/07/zenda-carretera-y-manta.html
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